Simplemente, por aterrar {Ella}

Una nube de humo negro se centró de pronto en el medio del Callejón Diagon, para ser más exactos, ante Flourish & Bloots. Tras unos instantes de un suave torbellino, apareció entre el humo una figura alta y esbelta. No le había costado aparecerse de ésa forma, puesto que ya tenía años de experiencia, y siempre prefería ése método que cualquier otro como la aparición normal.
La vieja capa que llevaba puede que incluso años sin cambiarme ondeaba debido a la débil brisa que cubría hoy todo el país. Llevaba también, como siempre, los labios de un granate penetrante. Espera. Lo penetrante eran los ojos, ¿no? Sonreí para mis adentros al recordar los aterrados rumores de los magos que se escondía en sus casas antes de la Guerra en la que el conocido Niño que Sobrevivió no sobrevivió tanto...al menos habría sido de nuestro agrado que no lo hubiese hecho, que decían que el Señor Tenebroso, más conocido como El-que-no-debe-ser-nombrado podía matar con la mirada. En cambio, no lo dudaba.
Mis pasos eran rápidos y los tacones negros producían un sonido sordo contra el duro suelo de piedra del Callejón Diagon. Aquel lugar me traía muchos recuerdos. Por ejemplo, el 'solemne' día que cuando apenas era una mocosa entusiasmada de once años corría para ver qué varita me seleccionaría...volví a sonreír para mis adentros. Incluso entonces era una fanática por las Artes Oscuras. Pero entonces Hogwarts tenía una asignatura que se llamaba Defensa Contra las Artes Oscuras, más conocida como DCAO. Pero ahora, cuando el Colegio de Magia y Hechicería volviese a abrir sus puertas, sería cuando la famosa y temida asignatura cambiaría completamente su nombre: Artes Oscuras. Como se había llamado cuando Severus había sido el director de Hogwarts.
Me volví al oír unos gritos detrás de mí. El Callejón Diagon no estaba como cuando lo había visto a mis once años, no...ahora el lugar era más oscuro, más...¿a nuestrogusto? Pero no era eso lo que me importaba. Un hombre sentado en el suelo, con la túnica hecha jirones, gritaba diciendo algo. No me molesté en oír lo que decía, puesto que extendía sus manos hacia mí. Apreté los labios y caminé con pasos rápidos hacia una calle más solitaria todavía. Continué caminando, ésta vez, con pasos más lentos. Realmente, no había ido a ése lugar para nada en concreto, simplemente, me gustaba ver cómo la gente se tendía a nuestros pies...a los pies del Mal. A los pies del Señor Tenebroso. A los pies de los servidores de lord Voldemort.