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Bienvenidos || | Situación || | Staff || | Créditos |
Una agradable sorpresa {Angie}
2 participantes
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Una agradable sorpresa {Angie}
Definitivamente, trabajar en el Ministerio no era algo del todo fácil. En momentos como ése era cuando me arrepentía de no seguir con mi carrera en el Quidditch; sabía de sobras que ésto no era tan estresante como estar ocho horas dentro de una oficina. A ver, sabía que no era justo que me quejara pues, por ahora, y durante unos cuantos años, tendría trabajo, pero no sabía si era algo que compensaba el estrés que conllevaba a veces tener que coordinar no pocos equipos de Quidditch, ya que no sólo se coordinaban los de Reino Unido, claro que no... También estaban los de Irlanda. Y entre los dos tampoco era que sumaran pocos equipos...
Además, últimamente parecía haber trabajo demás: entrábamos a primera hora, como siempre, pero había días que no salíamos hasta la última hora de la noche y, quieras que no, era algo que acababa desgastando. De hecho, la noche anterior había llegado bastante tarde a casa y ni siquiera me había apetecido cenar: me fui directa a la cama y, cuando me pareció que sólo llevaba un par de minutos durmiendo, ya me estaba sonando el despertador para levantarme. A punto estuve de quedarme durmiendo, pero sabía que no les podía hacer eso a mis compañeros de trabajo: no es que yo fuera totalmente imprescindible en mi puesto, pero se notaba perfectamente cuando faltaba alguno al trabajo. Así que pensando en que pronto me darían, o eso esperaba, unas buenas vacaciones, decidí que lo mejor sería que fuera a trabajar.
Me tomé un café solo lo más rápido que pude con la intención de despejarme un poco y, poco más de un cuarto de hora después, ya estaba en el Ministerio de Magia. La mañana fue igual de atareada que siempre y estuvimos de trabajo hasta arriba. A la hora de comer, en lugar de ir con alguno de mis compañeros de trabajo a almorzar, tal y como me sugirieron, decidí que me quedaría en la oficina a adelantar algo de trabajo para, así, no quedarme hasta tarde trabajando. El problema vino cuando, unos minutos después de quedarme sola, me entró el sueño. Así que, viendo que me iba a quedar sopa, pensé que me echaría una pequeña siesta y que, después, ya seguiría trabajando; por lo que me puse de bruces sobre la mesa de mi despacho y, segundos después, ya estaba dormida.
Además, últimamente parecía haber trabajo demás: entrábamos a primera hora, como siempre, pero había días que no salíamos hasta la última hora de la noche y, quieras que no, era algo que acababa desgastando. De hecho, la noche anterior había llegado bastante tarde a casa y ni siquiera me había apetecido cenar: me fui directa a la cama y, cuando me pareció que sólo llevaba un par de minutos durmiendo, ya me estaba sonando el despertador para levantarme. A punto estuve de quedarme durmiendo, pero sabía que no les podía hacer eso a mis compañeros de trabajo: no es que yo fuera totalmente imprescindible en mi puesto, pero se notaba perfectamente cuando faltaba alguno al trabajo. Así que pensando en que pronto me darían, o eso esperaba, unas buenas vacaciones, decidí que lo mejor sería que fuera a trabajar.
Me tomé un café solo lo más rápido que pude con la intención de despejarme un poco y, poco más de un cuarto de hora después, ya estaba en el Ministerio de Magia. La mañana fue igual de atareada que siempre y estuvimos de trabajo hasta arriba. A la hora de comer, en lugar de ir con alguno de mis compañeros de trabajo a almorzar, tal y como me sugirieron, decidí que me quedaría en la oficina a adelantar algo de trabajo para, así, no quedarme hasta tarde trabajando. El problema vino cuando, unos minutos después de quedarme sola, me entró el sueño. Así que, viendo que me iba a quedar sopa, pensé que me echaría una pequeña siesta y que, después, ya seguiría trabajando; por lo que me puse de bruces sobre la mesa de mi despacho y, segundos después, ya estaba dormida.
Katie BellOrden del Fénix - Mensajes : 84
Puntos : 48
Edad : 32
Localización : Ministerio de magia; dpto. de juegos y deportes mágicos
Re: Una agradable sorpresa {Angie}
Las últimas semanas habían sido de lo más variadas. Durante unos días no había casi gente a la que atender y de repente parecía que todo el mundo se había puesto de acuerdo para ir de urgencia a San Mungo. Todo un caos, eso es lo que era, la mañana que deseaba que más tranquila fuera era la más estresante y viceversa, llegaba un punto en que parecía que me estuvieran tomando el pelo o que me vigilaran y lo hicieran aposta para fastidiarme.
De todas maneras el trabajo me servía para mantenerme distraída y no pensar en todas las cosas en las que no debía pensar. Me servía hasta cierto punto, porque lo que tenía de malo trabajar en la cuarta planta de San Mungo era que todos los días, hubiera o no muchos pacientes, veía a alguien al que un hechizo mal intencionado o fruto de un accidente lo había llevado hasta mí para que hiciera algo por remediarle el dolor y las consecuencias de dicho hechizo. Siempre, sin ninguna excepción cuando trataba a algún paciente y le ayudaba mis pensamientos y mis sentimientos se dividían en dos, por un lado la parte orgullosa que se alegraba de que hiciera bien mi trabajo y pudiera ayudar a los demás y la otra que se sentía culpable por no haber podido ayudarlo a él, a ellos, a todos los que habían muerto en la batalla luchando por un mundo mejor y que habían dejado un vacío inmenso en las vidas de los que sobrevivimos.
Hoy estaba siendo un día en el que no había mucha gente y sobraba personal. Acababa de darle el alta a un paciente, no tenía nada que hacer y el clima no era muy alegre, para variar. Mis pensamientos volvían hacía aquellos que ya no estaban, era inevitable estando donde estaba y como no había casi trabajo fui a ver al jefe de planta para decirle si podía irme un poco antes de la hora de comer. Aceptó y rápidamente me vestí con mi ropa normal y salí de allí.
En la calle hacía viento y el pelo me molestaba, opté por recogerlo en una larga trenza que destacaba por su color rojo pues prácticamente era el único color vivo que llevaba ya que últimamente optaba por vestir de colores oscuros y apagados, quizás acordes con los tiempos que vivíamos.
No me apetecía estar sola así que prácticamente mis pies me dirigieron solos hasta el Ministerio de Magia donde trabajaba Katie. Siempre que estaba con ella me animaba, era mi mejor amiga y estar con ella era refrescante como si volviéramos a estar juntas en Hogwarts, junto con Alicia las tres riéndonos de las bromas de Fred y George o sufriéndolas… pero eso ya no era posible, nunca más volvería a ser igual. Fred ya no estaba y George no era el mismo, Alicia estaba con sus cosas y yo tenía la sensación de que solo me quedaba Katie. Todo era complicado.
Llegué al Ministerio sumida en mis propios pensamientos y me dirigí a donde trabaja Katie cuando abrí la puerta me encontré con mi amiga dormida sobre la mesa. No pude evitar reírme, me acerqué y le toqué un poco el hombro.
-Despierta dormilona que te despedirán como te pillen así.
De todas maneras el trabajo me servía para mantenerme distraída y no pensar en todas las cosas en las que no debía pensar. Me servía hasta cierto punto, porque lo que tenía de malo trabajar en la cuarta planta de San Mungo era que todos los días, hubiera o no muchos pacientes, veía a alguien al que un hechizo mal intencionado o fruto de un accidente lo había llevado hasta mí para que hiciera algo por remediarle el dolor y las consecuencias de dicho hechizo. Siempre, sin ninguna excepción cuando trataba a algún paciente y le ayudaba mis pensamientos y mis sentimientos se dividían en dos, por un lado la parte orgullosa que se alegraba de que hiciera bien mi trabajo y pudiera ayudar a los demás y la otra que se sentía culpable por no haber podido ayudarlo a él, a ellos, a todos los que habían muerto en la batalla luchando por un mundo mejor y que habían dejado un vacío inmenso en las vidas de los que sobrevivimos.
Hoy estaba siendo un día en el que no había mucha gente y sobraba personal. Acababa de darle el alta a un paciente, no tenía nada que hacer y el clima no era muy alegre, para variar. Mis pensamientos volvían hacía aquellos que ya no estaban, era inevitable estando donde estaba y como no había casi trabajo fui a ver al jefe de planta para decirle si podía irme un poco antes de la hora de comer. Aceptó y rápidamente me vestí con mi ropa normal y salí de allí.
En la calle hacía viento y el pelo me molestaba, opté por recogerlo en una larga trenza que destacaba por su color rojo pues prácticamente era el único color vivo que llevaba ya que últimamente optaba por vestir de colores oscuros y apagados, quizás acordes con los tiempos que vivíamos.
No me apetecía estar sola así que prácticamente mis pies me dirigieron solos hasta el Ministerio de Magia donde trabajaba Katie. Siempre que estaba con ella me animaba, era mi mejor amiga y estar con ella era refrescante como si volviéramos a estar juntas en Hogwarts, junto con Alicia las tres riéndonos de las bromas de Fred y George o sufriéndolas… pero eso ya no era posible, nunca más volvería a ser igual. Fred ya no estaba y George no era el mismo, Alicia estaba con sus cosas y yo tenía la sensación de que solo me quedaba Katie. Todo era complicado.
Llegué al Ministerio sumida en mis propios pensamientos y me dirigí a donde trabaja Katie cuando abrí la puerta me encontré con mi amiga dormida sobre la mesa. No pude evitar reírme, me acerqué y le toqué un poco el hombro.
-Despierta dormilona que te despedirán como te pillen así.
Angelina Johnson- Mensajes : 10
Puntos : 13
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