El placer de un buen regaliz se disfruta mejor en compañía. [George J. Black]

Bostecé mientras me incorporaba de la cama. Miré el reloj para saber si era temprano o no, la claridad que entraba por la ventana no me dejaba adivinar bien la hora. Me asomé a la ventana y miré a través de ella. Hacía un hermoso día de invierno. La gente caminaba abrigada entre la nieve, pero sin parecer sufrir el viento que azotaba aquellos días. Decidí dar una vuelta asique me duché con agua caliente, mientras seguía relajandome. Salí secandome el pelo y me puse el vestido marrón oscuro que tenía, de manga larga calentito y un poco ajustado arriba y que luego caia gracilmente hasta un poco por encima de mis rodillas, que hacía contrapunto con mis piernas blancas, las cuales llevaban medias de un color parecido a mi piel, bastante calentitas. Me puse unas botitas bastante comodas y me sequé el pelo, dejandolo suelto. Me puse un poco de colorete, y remarqué un poco mis ojos. Me puse una liga blanca enganchando allí la varita. Solía hacerlo siempre que llevaba vestidos, seguidamente me perfume un poco con esencia de coco, mi preferida.

Decidí coger mi pequeño bolso y una chaquetilla ya que el vestido era abrigado y estaba acostumbrada a pasar mas frío en Bulgaria. Se notaba que hacía mejor día por que todos parecían querer disfrutarlo hacía así que decidí ir a dar una vuelta por Hogsmeade. Sonreí al hombre que guardaba el pequeño hostal donde estaba esos días y salí sintiendo de nuevo el sol en mi cara y anduve sin un rumbo fijo. Parandome a mirar algún que otro escaparate de la calle. Hacía mucho que no pasaba por allí, ya que las últimas veces que había necesitado comprar algo había usado el metodo de la lechuza. Acomodé mi cabello mientras me para frente a la tienda de animales, mirando un hermoso gato anaranjado. Seguí caminando y entré en la enorme tienda de chucherías que era una perdición y comencé a caminar entre sus pasillos sin parar de mirar sus productos.

Abrí los ojos, muy despacio, entraba mucha luz por la ventana, pero hacia un poco de frío, me quité todas las mantas que tenía encima, unas 3 o 4, que eran muy calentitas, puse los pies sobre el suelo y me quedé un rato sentado al borde de la cama, todavía un poco adormilado...
Cuando por fin vencí al sueño, me levanté de la cama y me dirigí a mi armario, lo abrí y busqué ropa, cogí una camisa de cuadros de manga larga, unos pantalones de pitillo blancos, un jersey de pico gris y unas zapatillas tipo botines de Adidas. Me llevé toda la ropa al cuarto de baño y enchufé un calentador y lo puse al máximo, para no pasar frío, algo me falta... pense, y luego me dije, ¡claro!Seré tonto... como me pongo las zapatillas, ¿sin calcetines? Me golpeé suavemente la frente y volví a mi habitación a coger un par de calcetines, me dirigí otra vez al baño, los deje junto la ropa y me metí en la ducha, a los 15 minutos, ya estaba duchado, secado y vestido, me peiné el pelo, o lo intenté, y baje al salón a picar algo, no se que haré hoy pensé, pero en cuestión de un minuto se me encendió la bombilla en la cabeza y decidí pasar el día en Hogsmade, que ahora mismo estará muy bonito. No utilicé los polvos flu porque no quería ensuciarme la ropa, así que me aparecí en uno de los callejones del precioso pueblo mágico, estaba nevado entero, el cielo estaba despejado y azul, con un sol resplandeciente, aún así no se derretía la nieve, me dispuse a dar una vuelta, por todos los locales y cuando pase por delante de Honeydukes me quedé pasmado viendo los escaparates, que recuerdos me traía cuando estaba en Hogwarts, pero no fue lo único que me dejó pasmado, de todo la gente que había dentro, me llamó la atención una chica, de pelo castaño que había dentro, no estaba seguro de si había estado con ella en Hogwarts, pero no me iva a quedar fuera, sin averiguar quien era aquella joven, agarré la puerta y tiré de ella, entré en aquel establecimiento y hice como si estuviera mirando los caramelos, y las chuches que había, hasta que choqué con alguien...
-Ehmm, perdona, lo siento no veía por donde...- mis palabras se vieron ahogadas al ver el aspecto de la chica, era como un ángel caído del cielo, tenía los ojos azules, unos bonitos labios, y era muy guapa, intenté arreglar lo sucedido, me agaché a coger su bolso, que se lo había tirado sin querer, y me fijé en sus piernas, eran bonitas, delgadas y largas, me levanté y le devolví su bolso, le volví a pedir perdon y salí del local un poco avergonzado de lo que había pasado.

Me dejé llevar por mil pensamientos mientras iba eligiendo las chucherías que iba comprando. Siempre llevaba chuches, siempre. Y últimamente se me habían gastado rápidamente en mis últimos viajes. Tendría que empezar a dejar de consumir tantos dulces, o sino mis galeones desaparecerían rápidamente. Maldecí que mi hermano me hubiera enganchado a aquellos regalices, pero le recordaba cada vez que mordisqueaba alguno de ellos. Miré la bolsa pensando que ya había cogido demasiados y me acerqué a pagarlos. Los guardé en el bolso y entablé unas breves palabras con la dependienta la cual ya me había fichado casi como clienta fija. Reí hablando con ella y me dispuse salir de la tienda cuando sin querer choqué con alguien. Note como mi bolso caía y cuando fui a recogerlo el ya me lo estaba ofreciendo.

- No, disculpa, estaba algo ensimismada.- Dije sonriendo.- Gracias por..- Pero no me dejó terminar la frase que ya estaba saliendo de la tienda.

Me quedé quieta sin saber muy bien que hacer en ese momento y sacudí un poco la cabeza. Fui a andar cuando vi algo en el suelo que llamó mi atención. Un pequeño objeto plateado que estaba en el suelo, me agaché cogiéndolo y vi que era un pequeño reloj. No recordaba haberlo visto antes del choque así que supuse que era del joven con el que había tropezado. Salí rápida de la tienda viendo si veía al joven. Miré por la calle y le vi alejándose, así que corrí un poco hacia él para pillarlo. Sentí mi pelo revuelto por la carrera y logré alcanzarlo, tampoco iba tan rápido. Toqué su hombro.

- Perdona. - Dije parándome en seco y sintiendo que el pelo volvía a pararse.- Creo que se te ha caído esto. En la tienda. - Dije enseñándole el objeto. Sonreí.

Seré tonto, pensé cuando salí de la tienda y fui a dar un paseo, ,me sentía como un auténtico capullo, lléndome sin dejarle terminar hablar, conforme iba avanzando, se me hundían más los pies en la nieve, cuando había recorrido 10 metros, algo, o alguien me toco el hombro, me giré y vi que era aquella hermosa chica de la tienda de Honeydukes, ella me dijo que se me había caido el reloj, lo comprobé mirando mi muñeca izquierda, y vi que no estaba, era cierto, lo cogí y le dije - Ah.. ¡Muchas gracias! Este reloj perteneció a mi hermano mas mayor, que en paz descanse... - Eso era cierto, era de mi hermano, que murió asesinado por los seguidores de Lord Voldemort.
Con tal de arreglar todo lo que ha pasado le digo - Perdón por haberme ido sin dejarte hablar... Perdona, ¿cómo te llamas? - le pregunté porque no sabía su nombre.

Sonreí mientras le entregaba el reloj. Agradecí que fuera de él, ya que sino, tendría que volver a la chucherería, y no sabría que decir para devolver el reloj. Acomodé un mechón rebelde de mi pelo, mientras observaba al joven que me era un tanto.. Familiar. Quizás hubiera estado con el en Hogwarts, o le hubiera visto alguna vez mas por el pueblo, no estaba segura. Escuché el comentario sobre su hermano y me vino la imagen de mi madre. Sonreí triste.- Lo siento, ahora si me alegro de haberte seguido aunque no estuviera segura de que fuese tuyo el reloj.- Sonreí mientras comenzaba a andar oyendo el ruido de la nieve bajo mis botas, buscando un sitio al que ir a tomar un café.

- Me llamo Anna, puesto que solo has preguntado mi nombre, mantendré mis apellidos en el anonimato.- Dije riendo mientras observaba su cálida mirada.- ¿Y su nombre, cual es? Tranquilo, no pasa nada por que te fueras así sin mas. Aunque he de decir, que nunca he espantado a nadie tan rápido como a ti.- Sonreí.- ¿Te gustaría que fuésemos a tomar un café si no tienes nada que hacer? - Dije sonriendo, mientras seguía andando y observando los locales.- Me gusta disfrutar de un buen café con una buena compañía, y creo que tú lo eres. A parte, me lo debes por haber huido de mi.- Sonreí mirando hacia otro lado, algo avergonzada por haber dicho eso. Sin fijarme donde ponía mis pies, patiné con un charco, que estaba helado. Me agarré del brazo de mi acompañante para no caerme, y me sonrojé por mi torpeza.- Dis..disculpa.-

- Pues mi nombre es George, y, tranquila no me has espantado, eres demasiado hermosa para que pase eso - me ruboricé un poco y continuamos hablando, me invitó a tomar café y le dije - hombre... a otra persona le hubiese denegado la invitación, pero a ti... no, así que encantado de ir contigo a tomar café - ella sonrió debido a lo que he dicho y yo le devolví la sonrisa.
Estuvimos andando durante un buen rato, dando un paseo corto ella se resbaló en un charco, pero no se calló se agarro a mi brazo y me pidió disculpas, pero yo le dije - No pasa nada, es más, si no hubiera estado mi brazo ahí... jaja -en todo el camino recorrido encontramos un perfecto lugar para ir a tomar café - Supongo que Madame Rosmerta no tendrá café... jajaja - y me río, entramos en Las Tres Escobas y nos sentamos en una mesa para dos de las más apartadas, a todo esto llegó un camarero, nos dijo que que queríamos de beber, yo pedí una cerveza de mantequilla, sé que habíamos ido a tomar café pero tratándose de un bar para magos... no creía que hubiera, ella pidió lo mismo que yo, le di un sorbo a mi cerveza y le pregunté - bueno y cuentame, ¿que te trae por aquí?¿A qué te dedicas? - ya sabes, todas ese tipo de preguntas que se hacen para conocer a una persona.

Sonreí mientras me abrace a su brazo intentando no volver a caerme observando el suelo y memorizando el nombre de aquel joven. Me dejé llevqr por el al lugar que decidiera, mientras disfrutaba del viento ligero jugueteando con mi pelo. Llegamos a las Tres Escobas y nos sentamos en una mesa algo apartada. El local, como siempre estaba a rebosar de gente. Me quité la chaquetilla dejando mis brazos al descubierto mientras pedía una jarra de Cerveza de Mantequilla. Siempre me habían gustado, y era mucho mejor que un café. Juguetee con una pulsera y di un trago a la jarra cuando la trajeron. Aproveche para fijarme en el joven. Era bastante apuesto y seguía resultandome algo familiar.

- Digamos que estoy en viaje de relax. Normalmente viajo por todo el mundo junto con mi hermano estudiando, cuidando y visitando reservas de dragones. Me dedico a ello por mi afición desde que soy pequeña. Quizás tambien fueron mis padres que me lo inculcaron de pequeña..- Reí mientras me acariciaba inconscientemente una cicatriz algo rosada que me había echo una cría hacia poco.- ¿Y tú?