Smell like teen spirit | CONFIRMACIÓN ÉLITE.

Hace unos años, el ministerio de cultura y el de educación organizaron una junta con el fin de comentar los últimos datos de población. Bergen en aquel momento tenía un bajo índice de natalidad y un alto de mortalidad, a causa de la falta de jóvenes y la abundancia de la tercera edad. El porcentaje de juventud era muy baja, por lo que se buscó alguna manera de atraer el turismo joven a la pequeña ciudad noruega y poder remediar dichos porcentajes. Mediante consenso se aprobó la construcción de una universidad: la única en un radio de varios kilómetros, donde se pudiera venir de otros países y poder realizar unos buenos estudios. Así que aquella propuesta, se realizó a pesar de que algunos ciudadanos se negaban; decían que había sido una mala idea, y que los adolescentes iban a revolucionar aquel tranquilo lugar. ¿Se equivocaban?

La universidad se construyó rodeada de un bosque, para dar más privacidad y para poder respetar la naturaleza en todo esplendor, pues en Bergen la industrialización era escasa. Los sectores que producían allí eran el primario con la pesca y la fruta, y el terciario con el comercio y, por supuesto, con la abundancia de bancos. Así que, en apenas cinco años, la universidad se había llenado al completo. Personas jóvenes y no tan jóvenes empezaban a habitar Bergen; unos temporalmente y otros de manera definitiva. Empezaron a abrirse locales, discotecas, todo con el fin de la comodidad juvenil. Los habitantes terminaban en ceder en aquella idea, ante la innovación implicada. Sin embargo, no es todo de rosas. Esa tranquilidad un poco movilizada sólo había durado los diez primeros años desde la inauguración de la universidad.

Dentro de ella, los estudiantes empezaron a dividirse en fraternidades estrictas, con sus líderes respectivos. Seis fraternidades distintas. Todas ellas con unas características, todas con muchas diferencias. Sólo se les iguala en un mismo propósito: la rivalidad y el liderazgo. Cinco fraternidades están rivalizadas entre sí. Unos odian a otros, otros odian a unos. El caso es que sólo una se limita a dejar todo de lado y a ir a su propia manera, con sus propias normas y con su vida bohemia. Sólo una, nunca ha sufrido problemas, porque aquellas cinco ignoran a ésta última, y ellos hacen lo mismo. El mayor insulto es el silencio, dicen. Durante siglos se ha mantenido el liderazgo como una forma justa y madura de dirigir a cientos de personas por su bien común y para poder sacar los estudios adelante. Sin embargo, hace tan solo dos años todo ha cambiado. Absolutamente todo. Ya no existe justicia, sólo corrupción. Las creencias dicen que, la verdadera causa, es la aceptación. ¿Quién no quiere ser reconocido, tratado como un individuo importante, integrado en un grupo? Buscan eso, buscan el regocijo propio, satisfacción, realización. ¿Y cómo se consigue eso? El primer paso, es ser aceptado. Y, solo por ser aceptados, éstos chicos y chicas con complejo de Peter Pan obedecen a líderes que miran solo por su beneficio propio. Pero, ¿quién dice que éstos líderes no buscan, también, su aceptación? A veces, una forma de conseguirla, es ser más temido que amado. ¿Alguien logrará pararles? ¿Se podrá detener a éstas mentes adolescentes? Cada vez las respuestas negativas son más abundantes. Y es que la Universidad se ha convertido en un pequeño gobierno estudiantil. Una especie de dictadura. Donde solo prima la popularidad y el poderío.

Esto provocó que las alarmas adultas se dispararan. Los ancianos de Bergen están fuera de sí. Llaman adolescentes irresponsables. ¿Una dictadura, enserio? Pero, aún así, no hacen nada para remediarlo. Sólo se dedican a farfullar, gruñir y dar la espalda. Sin embargo, empezaron a ocurrir cosas que sí que provocaron varias denuncias por parte de los ciudadanos. Un nuevo caso de violencia se extiende por las calles de la pequeña ciudad situada entre montañas. Los noruegos aún no pueden creerse lo que leen en los periódicos, oyen en la radio, ven en la televisión. ¿Cómo un par de adolescentes universitarios pueden llegar hasta tal punto? Los psicólogos aún no consiguen descifrar cómo un ser humano en proceso de maduración puede degradarse tanto por ser tan solo alguien como los demás. O destacar entre ellos: por poder. Todos hacen preguntas, las respuestas con encogimientos de hombros. La gente no da crédito, no da crédito a lo que alguien puede llegar a hacer por miedo o necesidad. Y menos todavía a lo que algunos llegan a hacer por ansias de reconocimiento y liderazgo. Ni siquiera los cargos que se presentan en juzgados merman a estos locos. Porque eso es lo que son, y no merecen otro calificativo. Dementes. El problema es que, precisamente esas demandas frente a un juez, aumentan el ego de muchos, e inflan el poder de otros. Ninguno de ellos tiene suficiente. Hay quien ha llegado a dormir un par de días en la cárcel. ¿Pero qué más se puede hacer? Todos ricos, o con contactos. Y jóvenes. Un castigo mayor, sería arrestar a toda la nueva generación de Bergen.

Alumnos vandálicos que destrozan coches ajenos, agresiones a inferiores o débiles, papel higiénico por toda la universidad, disfraces en clase, apedreos, injusticia, prejuicios, traición. Actos que tachan a los adolescentes, que los llevan por el mal camino. ¿Pero quién va a impedírselo? Nadie se atreve. Drogas, alcohol, sexo… una abundancia muy extensa. Ya nada es igual a hasta hace unos años. Es por eso que se plantean muy seriamente el reformar a estos chicos. Vigilancia aumentada, controles policiales… todo lo posible para volver a aquella calma.

Y sin embargo, cuando se supone que la tranquilidad volvía de nuevo a sus inicios ante el descenso de los delitos, ocurrió algo que marcó aquella ciudad para siempre. En la universidad se organizaba una fiesta para dar comienzo a las vacaciones de verano. Dicha fiesta era como una despedida para aquellos que deseaban la playa y se iban durante tres meses a viajar. Viajes organizados para salir de aquel entorno frío e irse a uno más cálido. Esa fiesta era tranquila; sólo se oían risas y algún que otro vaso de alcohol. Hasta que, de golpe, dos alumnos de entre veintiuno y ventitrés años se levantaron. Habían consumido demasiada droga y estaban coléricos, pero eso no fue todo: poseían armas de fuego. Empezaron a disparar, hiriendo y persiguiendo a los estudiantes que corrían de un lado a otro. El pánico se extendía. El suelo se bañaba de sangre. Aquella fiesta se había organizado con el fin de ser una despedida para los que se iban de viaje: ya no iban a volver más. Familiares, amigos, parejas… una catástrofe. Un desastre. Una tragedia. Víctimas fallecidas y heridas, incluyendo a uno de los que habían disparado. Se suicidó tan sólo al percatarse de lo que estaba haciendo; el otro fue cogido por la policía y enviado a la cárcel.

¿Cuán de difícil es despedirse de una persona a la que quieres? ¿Y de dos? ¿Y de muchas? Todo se había desmoronado: la huella que quedó en Noruega. Y durante un año, hubo silencio. Porque ha pasado un año de toda esta tragedia. Un año en el que las fraternidades débiles han decidido atacar. ¿Por qué lloriquear por algo que ya ha pasado?, decían. Es la oportunidad perfecta; los fuertes se han convertido en débiles, y ahora nosotros seremos los fuertes. ¿Cuál será la coartada perfecta? ¿Conseguirán su propósito? ¿Y si… las otras fraternidades no mantienen la guardia baja? Todo vuelve a estar como antes. O eso se cree. ¿Cómo actuarías ante todo esto? Atrévete.